Óscar Puente y el misterio de los cables perdidos.

Una semana más terminaba, en un domingo cualquiera la calma reinaba en el AVE pero, como si se tratase de una novela detectivesca, en el AVE Madrid-Sevilla los cables desaparecieron. Fue entonces cuando Óscar Puente apareció y para sorpresa de nadie, una vez más gritó ¡sabotaje! ¿Para qué preocuparse de los errores del PSOE, de los suyos, o de cómo afectan a la vida de los españoles? Eso a Puente no le importa.

Tampoco le importaron los más de 10.000 viajeros practicaron la paciencia en vagones sin agua ni comida ni información. A Óscar solo le preocupaba una cosa:  “Es mi segunda noche sin dormir esta semana”, como si el sueño nacional dependiera de su descanso de belleza nocturno. Como si la gente que estuvo allí encerrada durante horas dependiera de eso para llegar a salvo a sus casas. 

Su ego crece a velocidad AVE, mientras las infraestructuras que debería supervisar se desmoronan. Y no es el único: la cúpula del PSOE entera parece mirar únicamente hacia sí misma. Los problemas del país son, como mucho, un ruido molesto de fondo.

Una vez más el PSOE ha demostrado una cosa, con Óscar Puente como parte de la tripulación de ese barco casi hundido, que cuando gobiernan el país entero colapsa igual que nuestras infraestructuras: trenes paralizados, carreteras bloqueadas y cascotes en la M-40. Su incompetencia convierte España en un atasco permanente, de esos a los que no les ves fin por mucho que lo busques.

Y mientras tanto, para “tranquilizar” a la ciudadanía, Puente ofrece su gran solución: se va a redactar un informe. A él le exigen una auditoría, le piden respuestas, pero ¿lo hará? No. Su solución es ¡un informe! Porque si hay algo más reconfortante que quedarse varado durante horas, es saber que pronto habrá... papeles. ¿Quién lo redactará? ¿Cuándo estará? Misterios sin resolver. Pero no teman: Óscar Holmes está al mando del desastroso servicio de transportes y el PSOE al mando de un país que está desbordado. Que ya no aguanta más.

No podemos olvidar tampoco como a principios de semana España, gracias a la mágica gestión del PSOE, Sánchez y sus amigos, pasaba un día sin luz. Hogares, hospitales, calles y negocios, todos quedaron a oscuras. ¿La reacción del Gobierno? Silencio sepulcral. Ni una comparecencia, ni una disculpa, ni una explicación durante horas y, por supuesto, ninguna dimisión para hacerse responsables de los desastres que provocan. Pero, claro, cuando no hay sabotaje que gritar, no hay Puente ni PSOE que aparezca.

En estos días algo ha quedado claro, y es que el PSOE ha alcanzado tal nivel de desconexión —literal y figurada— que ya ni los apagones les encienden una alarma. Un país en tinieblas y un Gobierno apagado. La penumbra no fue solo eléctrica: fue, una vez más, política, institucional y moral. No fue un fallo técnico, fue una metáfora de lo que son. Porque cuando gobierna el PSOE, no solo fallan los trenes: falla la luz, falla el agua, falla el dinero, falla el país entero. Cuando el PSOE gobierna, lo sufre España. 

Y así, con el AVE parado y el Ministro en modo “guerra cultural” permanente, aunque de cultura sabe poco, se viene una semana más de gestión “brillante”, aunque esperemos que con luz. 

El problema es que no puede con un país que reclama justicia y un buen gobierno, ni con el cobre, ni con el PSOE, ni con su propia vanidad. Pero eso sí: lo hace todo sin despeinarse. Suponemos que duerme poco, pero aún no hemos confirmado si se peina.

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